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Inteligencia artificial arroja nueva luz sobre los autores de los Rollos del Mar Muerto

Un proyecto paleográfico basado en inteligencia artificial llevado a cabo por académicos en los Países Bajos encontró una manera de reemplazar el ojo humano por inteligencia artificial.

¿Se entrenaron juntas generaciones de escribas hace unos 2.000 años en el desierto de Judea? ¿Algunos de los manuscritos conocidos como los Rollos del Mar Muerto fueron producidos como un esfuerzo en equipo por dos o más escribas que trabajaban codo con codo en Qumrán? ¿Y cuántos autores hay detrás del corpus de artefactos cuyo descubrimiento se considera uno de los descubrimientos arqueológicos más cruciales del siglo 20?

El proyecto de los académicos de la Universidad de Groningen espera encontrar respuestas a muchas de estas preguntas y arrojar una luz sin precedentes sobre las comunidades detrás del texto.

Los primeros hallazgos del proyecto se publicaron recientemente en la revista PLOS ONE, resolviendo un acertijo planteado hace décadas: el icónico pergamino del "Gran Isaías" fue escrito por dos escribas y no por uno.

El proyecto representa el primer intento de reemplazar el ojo humano de los paleógrafos con un análisis de inteligencia artificial, explicó el profesor Mladen Popović, director del Instituto Qumran de la Universidad de Groningen, a The Jerusalem Post.

“Averiguar cuántos escribas trabajaron en un manuscrito o participaron en la escritura de los pergaminos en general puede parecer algo trivial, pero abre una forma completamente nueva de pensar sobre los Rollos del Mar Muerto, no solo como una colección, creado para un grupo, pero como diferentes colecciones para diferentes personas”, dijo Popović. 

“Estamos apenas al principio, pero nos permite ver las conexiones entre los textos desde una perspectiva completamente nueva”, agregó.

Popović indicó que él y sus colaboradores eligieron comenzar a analizar el pergamino de Isaías (de 7 metros de largo) porque fue uno de los primeros siete pergaminos encontrados en 1947, es uno de los mejor conservados, y durante décadas los estudiosos han estado debatiendo si el artefacto fue producido por uno o por dos escribas: fueron dos. 

“Es un problema fascinante para la paleografía”, aseveró el experto, sosteniendo que “Todos sabemos que cuando uno escribe, nunca escribe sus letras exactamente igual, pero hay algunas variaciones.”

Además, dijo, “Las variaciones de cada persona son diferentes, pero a veces los escribas pueden escribir mucho en el mismo estilo, lo que dificulta al ojo humano distinguir entre ellos. Así que este fue el primer caso de prueba para nosotros usando inteligencia artificial”.

 

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